2010/02/03
Intento Filosófico IV
Y la enmancipación del espíritu ¿cuándo ha explotado?, cuantas veces me he sentido con ese inexpresivo vacio que recorre entre mis venas y sangra cuando punzo en el punto estratégico del pensamiento. Observo todo como una calamidad, pero los días siguen igual, esa gente; su rutina inútil que me atrapa, que me encierra en soledad, esa soledad que me devora, que me desconcerta, que me altera, que me conmociona, que me engaña.
Así es como la magnitud del pensamiento se interrumpe con cualquier distracción exterior, cualquier vanalidad temporal, que me distrae del camino de la nada, al paroxismo de la no-existencia, de la nulidad pura; pero inconcientemente me gustaría quedarme aquí, solo un segundo más por la simple pregunta del ¿qué pasará?, se que solo es un capricho, un capricho con necesidades básicas, las necesidades del sentir, sentirme vivo, sentir la muerte, sentir la tortura, el sufrimiento de la terquedad, la soledad del ayer, las incógnitas del porvenir y los sentimientos de culpa transformados en hechos que se contraponen, son como ideales que pelean un puesto inferior en un exterior incomprensible.
!Quiero estallar por dentro, sentir la lujuría, el caos, el éxtasis del sentido!
Una parte de mi siento que se desarrollará para disimular mi verdadero rostro, un rostro bondadoso, fiel, sin prejuicios, ni malentendidos; que mi rostro exterior es una misería, una escoría, un perfil clasificable. Amaría que mi sexo estuviera por todo mi cuerpo, como si fuera una flor con tantos puntos nerviosos, que cada punto nervioso sea un orgasmo magistral, que la nada me envuelva en su llanto famélico; ni siquiera quiero imaginar el hubiera o el quizás, ni siquiera imaginar el futuro, estar en el presente más presente. Pero es la duda la que oscurece el estado del ahora, su risa burlona afecta mi ser y mira que con lágrimas atontadas se la devuelvo.
!Quiero que mis condenas sean grabadas en mi piel y mi escencia las purifique!
Ojalá me convierta en cada cataclismo que ha existido y explote en todos los sentimientos.
Razón IV: La existencia consiste en la nulidad.
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