Siento la necesidad de desvanecerme, de ver como cada parte de la piel se desprende de la carne o del hueso, pedazos enteros de materia retornando a la inmensidad de la nada y mezclarme con los sueños de tantas gentes, que los números son sólo un impedimento para poder contabilizarlos, únicamente escucho voces en mi cabeza, quisiera alejarme de ella, pero me impiden, si deseo que cesen, de pronto solamente escucho como música sin ritmo ni melodía, es cuando los soles opacan la vista y observas sólo el resplandor que no tiembla al conectarse con las pequeñas particulas de anti-luz que de vez en cuando llegan sin avisar, como un embarazo.
Siento que me despido, como si mi voz fuera la apostasía de todos los dioses, como si gritandolo fuera a resucitar mi demencia para la creación, de una u otra forma algo complicada, pero con el sentido único de la expresión un tanto diferente, pero tan real como las profecías que entre genreaciones han perdurado.
Siento una enorme lastima al contemplar las creaciones, o aquellos sueños con demasiados augurios, que un ser normal no podría soportar, pero la normalidad lo opaca, uno siente que se desbarata entre tanto canto y cal, como un vaticinio de lo que no pudo ser ni será. Así como deduzco el conocimiento de los rostros por sus expresiones o lastimeras aclamaciones a la emoción, como tratan de huir de uno mismo, que para evadirlo tenemos que llenarlo de lo que no somos, pero como nos agrada ese vacío, es la verdadera normalidad, aquellos que no tienen el vacío los ven como anormales, simplemente locos.
¿Cómo saber si realmente me explico cuando escribo?
¿Realmente me entenderan aquéllos?
¿Realmente me entenderan aquéllos?
Hasta abrir el paracaidas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario