"¡Qué extraña criatura es el hombre! Cuando todo le sonríe, goza de una salud floreciente, sus asuntos prosperan, su esposa es fecunda y su provincia vive en paz, ¿no debería elevar cada momento su alma al Señor para agradecerle tantos beneficios? Nada de eso; olvida a su Creador, se muestra orgulloso y trata de faltar a todos los mandamientos. Pero tan pronto lo afecta la desgracia y sobreviene la calamidad, corre en busca de Dios. Y ruega, se acusa y promete corregirse..."
"Los Reyes Malditos VII: De cómo un rey perdió Francia" de Maurice Druon, pág. 33.
No hay comentarios:
Publicar un comentario