Era de esperarse, si sé me van las cabras
con todo y pastor, perdido en la esquina
allá donde nadie es maldecido y la mañana besa tus pies
-de porcelana, de arcilla, de mármol-
con sus labios de horizonte, sabor a rocío
los ojos rojos, pestañeandole al sol
el abrazo cálido, sonrojadas las mejillas
mientras uno se queda pasmado, lleno de mañana
y lleno de ti
mínimo el recuerdo, asomándose entre nubes
y me castiga
y me canciona
yo no sé responderte ¿para que lo hago?
sabiendo que se mantendrá callado.
Bien se me van las cabras a sabrá dios donde.
Ulises Sauri
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