2010/08/18

Llanura blanca, inocente.


Movia las manos tan ágil y veloz, pero los deterioros del autismo, me tratan como inocente
yo les grito que me dejen en paz, no me dejan reunirme con nadie. A veces corro en túnica blanca, abro los brazos en la llanura y el camino no se detine. Abro la boca para respirar, la nariz es inservible. Mi sonrisa es tan grande y el rostro tan sereno, soy nuevamente infantil. Ellos me extienden la mano, no son feos, no son bonitos, pero no lo notan, sólo corren en círculos, moviendo los brazos como ángeles, pero no vuelan, no se apresuran a llegar a ningún lado, seguimos corriendo por la llanura. Llegá un momento donde todos se miran a los ojos, se agarran de los hombros y sonríen. Otros miran al cielo. Ellos no son feos, no son bonitos, se agarran torpemente la cara y se dan un beso, otros se tocan la frente y empiezan a observar las nubes, los demás se tocan el pecho con las dos manos, abren la boca y cierran los ojos, pidiendole a las nubes que no paren, que el cielo no oscuresca.

Una vez más rocé la eternidad.

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